El dolor es una experiencia subjetiva. Esto se evidencia en la clínica, no solo se compone de una respuesta neurofisiológica ante una lesión, sino que también le compete al psiquismo. Luego, el dolor es inherente a lo humano, muy a pesar de estos tiempos en que la felicidad vende y la banalización de muchas prácticas en salud están al servicio de romantizar el sufrimiento humano.
De Valeria Casal Passion.
El dolor implica a un Real, la sensación en la masa corpórea; lo simbólico, la representación y su localización y lo imaginario. En relación a este último registro: transitamos la experiencia de lo corporal como una envoltura, como si este fuera del afuera, por lo que una lesión muchas veces se identifica como del afuera. Todo esto implica un trauma, una enfermedad y su posible dolor consecuente.
Muchos de los pacientes que atendemos con enfermedades complejas sufren dolor. ¿Le ponemos el hombro a ese dolor? Ponerle el hombro al dolor ajeno está más relacionado al asistencialismo y al dolor, hay que escucharlo, tal es nuestra especificidad.
El dolor posiblemente sea una repetición, repetición de traumas anteriores acaecidos al sujeto en cuestión. Allí la musicoterapia ofrece una clínica específica donde poner a trabajar la escucha, la expresión, el advenimiento de un producto estético relacionado con el proyecto vital del sujeto, la musicalidad desplegada cuya apoyatura es aquella primordial (1). Y en ese despliegue surge la representación, aquella musicalidad formante de la huella mnémica, la posible reedición de los traumas primeros y en el mejor de los casos…su elaboración.
¿Es posible una clínica en cuidados paliativos sin “atender” a estas cuestiones subjetivas? Pues ocurre a menudo. Ocurre cuando se menciona que la música alivia los dolores, basada esta conjetura en artículos de escaso basamento centífico; ocurre cuando profesionales realizan prácticas en unidades de terapia intensiva u otros ámbitos en salud sin tener en cuenta la historia del paciente y el objetivo de la intervención; ocurre cuando no se establece el pertinente encuadre y se relaciona la musicoterapia con una actividad aliviante y recreativa. Muchas de estas prácticas son sin consentimiento de los pacientes, son masificantes, banalizan la enfermedad, intentan romantizar el sufrimiento, se distancian de ser subjetivantes, lo que implica su iatrogneia. A su vez muchas veces estas prácticas son realizadas por profesionales no musicoterapeutas o voluntarios, lo que expone a severos riesgos a estos pacientes.
La musicoterapia es una profesión de la salud, la práctica en cuidados paliativos implica una formación, una experiencia, supervisión, la ética de implicar una práctica subjetivante. Más que ponerle el hombro al dolor…ponerle escucha que ha de ser especializada.
(1) Musicalidad primordial: concepto desarrollado por las Musicoterapeutas Alejandra Giacobone y Luciana Licastro.
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